jueves, 2 de agosto de 2012

Reminicencias Una Noche de Julio 2012

Los que somos de mediados del Siglo XX somos una muestra de gente que no se deja amilanar por la tecnología. El que pueda escribir estas líneas en un periódico digital sin tener que pasar por filtros llenos de criterios desconocidos es una ventaja. Sin duda que ahora en el Siglo XXI se tienen cosas materiales que nunca soñamos.
Sin embargo, creo que hemos perdido otras que a pesar de su escaso valor material eran impresionantes. Poder ir al cine con los amigos (teniendo entre 12 y 15 años) a pie sin temor a ser asaltados, así mismo ir a las fiestas de los clubes de la época con a lo mejor un par de pesos y gozar como si tuviéramos dos millones, ir a comerse un sándwich a lo mejor dividiéndolo y disfrutando como si fuera un plato a todo lo ancho y lo largo de lo que ahora llaman “gourmet”, ir a Boca Chica en la guagua de la escuela y bañarnos en esa playa de agua limpia tirándonos del puentecito y luego comerse un pescado frito con batata en medio de una risotada llena de una perdida ingenuidad, juntarse en una esquina con los amigos a contar cuentos y morirse uno de risa o marotear mangos en el patio prohibido del vecindario, jugar pelota en un solar algunos con guantes y otros no pero nadie distinto, hacer esquina en bicicleta a la enamorada del momento. Son cosas que se fueron para no volver y que nuestros hijos y nietos solo saben cuando se las cuentas y se te quedan mirando como si le hablaras en mandarín.
Teníamos poco o nada de TV, apenas radio (para oír la novela de Tamacun el Vengador Errante) o la pelota con Rubí y Cuchito o Fidencio Garris o Félix Acosta Nuñez, ¿prensa para que? solo teníamos El Caribe y La Nación que decían lo mismo en distintas paginas, además no nos interesaban. Mi generación prefirió la revista Billiken porque nos enseñaba cosas que nos llenaban de sabiduría. Ahora se cuenta con equipos de TV de todo tipo, carro para aquí y carro para allá, cines, bares, juegos electrónicos, viajeteo, nadie habla y cuando se habla nada se oye porque la música a todo volumen ahoga una potencial conversación interesante creando al mismo tiempo una generación de sordos, etc. Y por cierto los funerales de hoy son prácticamente reuniones sociales, a veces solo faltan mozos que pasen tragos y picaderas. Antes los funerales eran en las casas en un ambiente de respeto por el difunto, se brindaba café y galleticas pero no el afán de hoy. No dudo que se hicieran chistes pero al menos era a escondidas.


Cuanto me alegro de haber vivido esos tiempos que quizás describo con cierta candidez.

Por la fuerza de la vida nos hemos tenido que ajustar a los nuevos tiempos para no justificar el que le digan a uno dinosaurio. Creo que tenemos una ventaja competitiva en comparación con la nueva generación y eso nos permite ver la vida con mayor amplitud y poder comparar. Al menos jugamos bolitas (taquito o el ponte sin que faltara el coca mando la ley) y “hit corridos” pero también manejamos la computadora, entramos a FB y Tweeter y hasta bajamos películas.
Que grandiosos somos. Pasamos de la bolita a la PC o la Mac sin quedarnos locos.

¿Seremos seres especiales?